
ANGOSTILLO
Marchena, 1967. Aficionado al periodismo, al arte y a la historia de nuestra tierra. En el mundo de las hermandades y la piedad popular desde hace muchos años. Lo que no se escribe, no queda.
Sábado Santo, última escena de la Pasión según Sevilla. Día de luto por Cristo muerto, la iglesia calla en espera de la Pascua. Jornada donde el negro es color característico para acompañar la Soledad de María pero convive con el verde de la Esperanza de la Resurrección del Hijo. Así lo vimos.
Tarde fúnebre
La hermandad del Sol salió temprano desde el Plantinar estrenando recorrido por los Jardines de Murillo y entrando por Santa María la Blanca al centro de la ciudad. El Varón de Dolores llevaba un exorno de flores variadas en tonos rojizos y su paso está en proceso de ampliación y restauración por el tallista José Antonio García Flores, salió en el yeso a falta del dorado. Se estrenaba la nueva peana del Señor. El paso de la Virgen del Sol, adornado con flores blancas, estrenaba acompañamiento musical, en este caso la banda Fernando Guerrero de Los Palacios. Entró en Campana con “Esperanza de Triana” de Farfán y “Corpus Christi”, puro clasicismo musical de la Semana Santa. La hermandad está en proceso de cambiar las túnicas de sus nazarenos, que del actual ruán verde pasarán a sarga beige y antifaz también verde.
Hay que reconocerle a la hermandad de los Servitas el haber apostado por un estilo de acompañamiento musical que en su momento, finales de los 70 y años 80, quedo muy disminuido (Amargura, Valle y poco más…) y esta lo mantuvo y potenció hasta el máximo, siendo luego seguida por otras muchas de Sevilla, que volvieron a lo que fueron, y de otras localidades andaluzas. Decimos esto para reconocer el enorme mérito, belleza y unción sagrada alrededor de sus titulares conseguido por esta cofradía en apenas cincuenta años. Esto se llama tener claras las cosas. El paso de Nuestra Señora de los Dolores -magnífico el canasto de Vega y los profetas de Ortega Bru- presentaba este año un aspecto novedoso. Frente a tantos años en tonos rojos, iba exornado con alhelíes morados en un tono suave. La Virgen vestida en su estampa más clásica, corazón con los siete puñales en el pecho, ponía la nota sublime de dolor por Doña María Coronel. Allí sonó, rara avis, la poco interpretada marcha “Jesús del Gran Poder” de Albero, un gran trabajo de la banda de la Soledad de Cantillana al tocarla a pie de calle, pues por su duración y complejidad suele ser pieza reservada para conciertos. Le puso el remate una bella saeta cerca de la Casa de las Dueñas, cuando aún estaba clareando la tarde. El paso de Nuestra Señora de la Soledad, preciosas flores bancas en ramos cónicos en las jarras, a continuación, en la misma línea de excelente elegancia a los sones de “Cristo del Buen Fin” de Lerate, casi desconocida por las actuales generaciones cofrades. La llegada de esta hermandad a su capilla por la plaza de Santa Isabel es un momento de gran belleza. Allí, al paso de los Dolores la Banda de Cantillana y una orquesta de cámara interpretaron conjuntamente la marcha “La Madrugá”. Quedó para el recuerdo este momento.
El cortejo de la hermandad del Santo Entierro, con su parte de representaciones cofradieras y su parte de instituciones oficiales, a pesar de su diversidad se presenta cada año más cuidado en todos los detalles, algo que no es fácil. Goza de un gran momento esta antigua hermandad, algo perceptible viendo la cofradía. Desde el paso del Triunfo de la Santa Cruz (vulgo Canina) -yedra sobre la roca del monte- hasta la Urna -hermoso el Señor Yacente tras su reciente restauración- o el Duelo -la Virgen de Villaviciosa, preciosamente vestida, una de las grandes dolorosas barrocas de Sevilla-, son contemplados por numeroso público por el recorrido de vuelta. La una llevó delante el acompañamiento musical de la Agrupación Coral Portuense, y detrás la Banda Municipal de Sevilla, en su única partición en la Semana Santa. Tocó “Jesús de las Penas” y “Sevilla cofradiera” en Campana, solemnidad ajustada al momento. Tras el Duelo, la banda militar integrada en la sección de honores con armas a la funerala del Ejército de Tierra, al ser el Teniente General Jefe de la Fuerza Terrestre quien representaba este año a S.M. el Rey, hermano mayor de la corporación. Entre las máximas autoridades, presidían el arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz Meneses, el alcalde, José Luis Sanz, y tras el paso las corporaciones provincial y municipal bajo mazas con trajes negros, el pendón de la ciudad, con crespón de luto. Tradiciones peculiares de esta jornada que no deberían perderse.
Noche de Esperanza
Como una bella flor blanca en la noche negra del Sábado Santo, la Soledad de San Lorenzo atrae todas las miradas en su dolor contenido. Preciosa cómo iba la Virgen vestida este año, recordando su estampa más clásica, algo que no debía abandonarnos, y el exorno a base de la flor del gladiolo, exquisitez máxima para tan bello paso dorado. Un canto al dolor de la Virgen en sus leyendas, en sus relieves, en sus azucenas, en la luz de las velas que alumbran su camino al pie de la cruz como un ascua de luz en la oscuridad. La Soledad de regreso recoge a toda Sevilla hasta San Lorenzo. Allí la plaza repleta y oscura, el cante de las saetas -El Sacri en el recuerdo de la plaza- acompañaron los últimos metros de la Semana Santa, que moría cuando en muchos templos se encendía el fuego nuevo y el cirio pascual y repicaban las campanas llamando a la Pascua.
La hermandad de la Trinidad está en proceso de remodelación de sus dos primeros pasos. Para el del Sagrado Decreto ha anunciado un nuevo misterio de Navarro Arteaga para próximos años. De este paso, con un misterio alegórico tan principal en el prólogo de la Pasión, se agradeció una contención en las músicas que se interpretaron tras él y en los movimientos de los costaleros. No llevan cualquier cosa, sino a la Santísima Trinidad. El paso de las Cinco Llagas estrenaba la imagen de Nicodemo, de Fernando Aguado, basada en la mascarilla de la imagen antigua, recuperando su lugar en la escalera izquierda y con la nueva disposición del misterio, donde destacaba la Magdalena cerca de la cruz. Mejoró notablemente. Estrenaba el Santísimo Cristo de las Cinco Llagas corona de espinas y juego de potencias labradas por Orfebrería Ramos, dando a la imagen una nueva dimensión mucho más acertada en su expresividad del momento de la muerte en la cruz. La Virgen de la Esperanza, gozo que es preludio de Resurrección. Impecablemente vestida la maravillosa dolorosa de Astorga, su dulce rostro llamaba y atraía. Una maravilla este paso de palio por cualquier lado por el que se mire. Magnífica orfebrería la de este paso. Precioso el exorno de rosas blancas de la Virgen. De recogida hacia la Ronda sonó “Aguas” por la banda de la Oliva de Salteras. A pesar del cansancio de la semana, reapareció la ilusión de la Semana Santa de estreno, tal es el carácter que trasmite esta marcha, lástima que se prodigue tan poco ahogada en nuevas composiciones que nada aportan. La Esperanza Trinitaria entró por el compás de la basílica de María Auxiliadora a los sones de “Soleá dame la mano”. No es mala manera de despedir la Semana Santa y adentrarse en el tiempo de la Resurrección.

Resucitó el Señor
Ante la lluvia caída en la noche, la hermandad de la Resurrección salió con media hora de retraso, al filo de las nueve de la mañana del Domingo de Pascua. El Señor Resucitado, preciosas las nuevas potencias estrenadas hace unos años, llevaba los sones de la agrupación Virgen de los Reyes. El paso lucía flores moradas, color un tanto extraño en la mañana pascual, donde toda penitencia queda desterrada. La Virgen de la Aurora con su nuevo palio airoso, una magnífica orfebrería de los Hermanos Delgado la de estas andas, lucía un excelente exorno con flores blancas, con hermosos ramos en las esquinas. La banda de las Cigarreras aportó un cuidado repertorio musical, que concluyó con Amargura por la calle San Luis, donde numeroso público la acompañaba. La cofradía se recogió con un poco de adelanto en Santa Marina por el riesgo de precipitaciones que había en la tarde.

Pascua viva
Domingo de Resurrección lleno de alegría pascual, de cansancio en los cuerpos y de los recuerdos vividos que se agolpan. Misa del Azahar en el Silencio y celebraciones en otras hermandades donde reparten las flores de los pasos y celebran la Pascua entre hermanos. Día de besapiés de acción de gracias, como el del Santísimo Cristo de la Expiración en su basílica en Triana y de acudir a San Bartolomé para venerar a la Virgen de la Alegría. Verdaderamente Cristo ha resucitado. Comienza el tiempo de las hermandades de gloria.
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