
Periódico digital, joven, libre e independiente.
Fundado el 24 de noviembre de 2006 en Osuna (Sevilla).
Hace un mes que nos dejaste y siento la necesidad de contar quién eras para mí y a la vez desahogarme un poco, por qué no.
De pequeña, cada día llegaba del colegio, comía deprisa y estaba deseando de cruzar la calle Arcipreste Valderrama para ir a la casa “del rincón”. Siempre llegaba a la hora de la siesta, llamaba al timbre y ponía la mano en la mirilla; normalmente me abría el tío José Manuel y enseguida preguntaba: ¿está Javi? Pero él ya sabía quién llegaba y siempre se escondía. El escondite era casi siempre el mismo: detrás del sillón mostaza del salón del piano.
Cuando lo encontraba, empezaban mis mejores tardes. Jugábamos al escondite, a los playmobil, a las mercerías, a bailar o a lo que más nos gustaba, perdernos en los arriates de nuestra placita del Duque.
Me encantaba estar con él. Éramos más que primos… éramos como hermanos. Antes de Navidad, el tío José Manuel nos llevaba al campo a coger musgo y montábamos el Belén. Los fines de semana nos llevaba al campo a pasear y lo mejor eran los veranos, esos viajes a Torremolinos con la tía Consuelo escuchando Rocío Jurado todo el camino.
Así recuerdo mi niñez: feliz y junto a Javi. Cuando crecimos, comenzamos a estudiar nuestras carreras, pero no perdíamos el contacto e incluso salíamos en el mismo grupo de amigos. Con el paso de los años, nos distanciamos por diversos motivos, pero sabía que Javi (Javichuelo le llamaba yo) estaba para mí, al igual que él sabía que Marian (Mariana me llamaba él) estaba también para él.
Últimamente, me vienen muchos recuerdos y anhelos de esa etapa de niña. Durante el tiempo que Javi ha estado interno en el hospital, me he encontrado a mí misma poniendo excusas tontas porque no quería ver al Javi en el que se estaba convirtiendo físicamente. Yo quería recordarlo risueño y lleno de vida corriendo por la placita.
El domingo 26 de mayo, desperté y sin dudar decidí ir a Sevilla con la excusa de acompañar a mis primas y primo. Sabía que finalmente iba a verlo y así fue. Él quiso verme y no me negué. Agradezco a Dios la decisión que tomé ese día, le vi sonreír y le dije que le quería. Soy feliz porque pude despedirme de él.
Jamás imaginé verme hoy escribiéndote estas palabras, pero necesito expresar todo esto y que todo el mundo sepa que, a pesar de que realmente eres primo de mi madre; para mí, siempre seremos más que primos…
Te llevaré siempre en mi corazón, Javichuelo.
Marian Martín
