
(Carmona, 2001). Periodista de vocación, siempre ha soñado con vivir de la palabra. Especializado con un máster en TV y contenidos multimedia en la Cámara de Comercio de Sevilla, se define como un enamorado de Carmona y la provincia de Sevilla, su historia y sus costumbres. Su objetivo: seguir aprendiendo y contando historias apasionantes.
El mes de mayo ha sido históricamente un tiempo de celebración vinculado al regreso de la vida y la fertilidad tras la dureza del invierno. En diversas culturas, este periodo ha dado lugar a fiestas que festejan la resurrección de la naturaleza, la aparición de los primeros frutos y el nacimiento de animales.
En el contexto de la cultura celta, extendida por Europa, el 1 de mayo marcaba uno de los inicios del año, dedicado al dios Beltane. El propio nombre del mes podría derivar de la diosa Maia, la Bona Dea romana, divinidad de la fertilidad femenina. Carmona, al igual que otras localidades españolas y de América del Sur, conserva vestigios de antiguos rituales celtas cristianizados.
Entre estas celebraciones, la fiesta de las Mayas, que se celebra hoy primero de mayo, se considera una de las más genuinas y quizás una de las más antiguas de Carmona, aunque la documentación histórica específica sobre su celebración en la localidad sea escasa antes de finales del siglo XIX.
El origen de la fiesta de las Mayas
En su origen, esta festividad consistía en la colocación de una niña en edad púber en un sillón o altar doméstico o callejero. Estas “vírgenes niñas”, instaladas en altares, recibían ofrendas y limosnas de los vecinos. A estas ofrendas se las denominaba “chivos”, posiblemente una contracción de “ochavito”, una moneda de poco valor. El propósito de estas ofrendas era ayudar al ajuar casamentero de la niña y así promover la fertilidad y la reproducción de la sociedad.
La figura de la Maya no definía un objeto, sino a una persona: la muchacha exhibida como novia y coronada de flores. Esta costumbre entronca con celebraciones similares en toda Europa, como la Fiesta de la Reina de Mayo, en la que la joven más bella del pueblo, adornada con guirnaldas, presidía bailes. Se cree que esta fiesta de origen celta pudo establecerse en Carmona tras la repoblación de la ciudad en el reinado de Alfonso X con población procedente de León y Soria.
La fiesta de las Mayas es un claro ejemplo de sincretismo religioso, donde antiguas celebraciones precristianas celtas y romanas se asimilaron con prácticas cristianas. Las fiestas de la diosa Maia, originalmente reservadas a mujeres, terminaron equiparándose con cultos ibéricos y absorbieron ritos celtas.
Sin embargo, la fiesta de las Mayas comenzó a ser perseguida a partir de la Ilustración tanto por la Iglesia como por el poder Real, llegando Carlos III a prohibir la petición de monedas.
Un documento visual único de esto es la fotografía de Jorge Bonsor (citado también como Howard Carter por un localista) retratando a tres niñas con guirnaldas florales, es quizás uno de los pocos testimonios gráficos que atestiguan la forma festiva antigua de la Maya en Carmona.

Las Mayas en la actualidad
Se cree que a principios del siglo XX o en la posguerra tuvo lugar una transformación significativa: la figura de la niña Maya desapareció, y en la silla que antes ocupaba se colocó una estampa o imagen de la Virgen.
La silla misma, revestida con la sábana que simbolizaba la pureza de los antiguos altares y la virginidad de la doncella, se convirtió en el “trono de la niña/diosa”. Elementos como la bandeja en el asiento y la frase “un chivito pa mi Maya” perduran, recordando el sentido de ofrenda y petición en honor a la figura central, ahora la Virgen María.

Esta transformación del altar fijo de la silla a una posible “capilla móvil” pudo acelerarse en los años de la República, que buscaba eliminar significados religiosos de las fiestas, o al retomarse bajo el nacionalcatolicismo, convirtiendo a la Virgen en la protagonista en el mes que, desde hace poco más de un siglo, se le consagra.
Actualmente en Carmona, la celebración más pura de la Maya pervive, aunque se ha visto debilitada, entre otras cosas, por la aparición de los pasos de las Cruces de Mayo en los años ochenta, que emulan los pasos de Semana Santa y que han llegado a celebrarse el mismo día de las Mayas.
En los últimos años la Peña Cultural La Giraldilla es la que mantiene esta fiesta y celebra un concurso en la plaza de San Fernando tanto de mayas como de pasos de cruces de mayo, quedando hoy es en gran medida la silla revestida y floreada con la estampa de la Virgen de Gracia, un reducto de la antigua fiesta.


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