
Periodista deportivo y creador de contenido en redes sociales. Mi objetivo es hacer del deporte algo accesible y divertido para todos. Porque aquí el tiempo extra siempre es emocionante.
Llega el momento. Esta noche, en Florencia, el Real Betis Balompié se juega algo más que un partido. Se juega la historia. La vuelta de las semifinales de la UEFA Conference League ante la Fiorentina no es solo una eliminatoria europea: es una oportunidad de oro para dar el salto que tantas generaciones béticas han soñado y nunca han podido tocar. Alcanzar una final continental. Escalar un peldaño reservado para clubes con mayúsculas. Firmar una página de leyenda.
La ida en el Benito Villamarín dejó buenas sensaciones. El Betis fue mejor, más ambicioso, más valiente, y consiguió una victoria por 2-1 que pudo ser incluso más amplia. Pero los goles de Abde y Antony, celebrados con el alma por un estadio entregado, no bastan para confiarse. Hoy el Villamarín no está. Hoy toca batallar lejos de casa, en un Artemio Franchi que apretará como nunca, y ante una Fiorentina herida que quiere jugar su tercera final europea consecutiva.
El alma bética, lista para una gesta
Lo que sí viaja a Florencia, aunque no esté en las gradas, es el alma del beticismo. Ese que ha empujado al equipo durante toda la temporada, ese que tras la remontada en Cornellá salió a recibir a los jugadores en la ciudad deportiva como si fueran héroes griegos regresando de una batalla. Ese que sueña despierto con levantar un título europeo en medio de la Feria de Abril, como si Sevilla pudiera vivir más primavera de la que ya tiene.
Pellegrini llega con la idea clara: ir a por el partido, no a especular. Los cracks están enchufados. Isco, Antony, Lo Celso, Abde, Bakambu, Johnny, todos tiran del carro como si el escudo llevase tatuado en la piel. El vestuario está comprometido, serio, hambriento. Y esa mezcla, en las grandes noches, vale oro.
Una oportunidad para cambiar la historia
El Betis ha ganado ya esta temporada. Ha ganado en estabilidad, en crecimiento, en ambición. Con la victoria en Cornellá se aseguró jugar competición europea por quinto año consecutivo, algo nunca antes logrado. Pero esta noche hay una línea más gruesa que cruzar: la gloria internacional. Nunca el club ha disputado una final europea. Hoy puede ser la primera vez. Y eso no ocurre todos los días.
Florencia espera. El mundo del fútbol también. El Betis tiene ante sí la oportunidad de convertirse en eterno. Porque esta noche no es solo un partido. Es la posibilidad de escribir la mayor página de su centenaria historia.
