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El espíritu de la Tertulia

El espíritu de la Tertulia

El sábado pasado nos reunimos unos cuantos amigos, en el local que tiene Joaquín Piana en los bajos de su casa, con el fin de echar un rato de cante.

¡Y vaya si lo echamos!

El local no puede estar hecho ni decorado con más gusto.

Para cualquier rincón que mires, te encuentras con una fotografía o un cartel evocador, bien de momentos grandiosos del toreo o del cante (Belmonte, Joselito, Mairena), bien de momentos para nosotros entrañables y, por tanto, también grandiosos: Barrita, Frasquito, El Toto…

Y en medio de este decorado, un grupo de aficionados deseosos de escuchar y de cantar y tocar un poquito.

Y qué bien tocaron Saúl y Vicente, y algún otro aficionado. Como entonces.

Afortunadamente, todavía somos bastantes los que quedamos de aquella inolvidable Tertulia Flamenca de Osuna.

Aquella que nació de la Taberna de Carpeta y de Cristóbal Martín. Aquella por la que pasaron todos los grandes del cante, en una época en la que todos los grandes estaban vivos y en las que el magisterio y el calificativo de grande, lo otorgaban los aficionados, y no las empresas discográficas, ni los artistas de medio pelo y los locutores ignorantes e interesados de la TV…

Y no sé si me explico.

Igual que en aquellos tiempos, escuchamos a la gente nueva y la no tan nueva; a Ángel Verdugo, con sus veinte años y a Juani Torres, con algunos más.

La apertura la hizo José Antonio Ojeda, “El Toki”, que como dijera el gran Cayetano, se llevó mis palabras y me dejó el cuerpo vacío.

¡Qué ratito más bueno!

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En resumidas cuentas, el sábado sentimos dentro de nosotros el espíritu de la Tertulia, y lo que es más importante: ¡Que esto no se acaba!

Estaba Alcalá más cerca:

Había venío Juaquin,

Manolito y Juan Talega.

José Mª Sierra

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